miércoles, 28 de noviembre de 2018

1er Domingo de Adviento, ciclo C

02 diciembre 2018

1er Lectura: Jr 33, 14-16
2a Lectura:  1 Tes 3, 12-4, 2
Salmo: Salmo 24, 4bc-5ab.8-9.10.14
                                   A ti, Señor, levanto mi alma

Evangelio: Lc 21, 25-28.34-36
 25Habrá signos en el sol, en la luna y en las estrellas y sobre la tierra  angustia de los pueblos , en  perplejidad del rugido del mar y de las olas, 26desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de lo que viene sobre el mundo, pues las potencias de los cielos serán sacudidas.      27Y entonces verán al hijo del hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria. 28Cuando comiencen a suceder estas cosas, álcense y levanten sus cabezas porque se acerca su liberación. [...]
 34 Atiendan a ustedes mismos para que no se haga pesante su corazón en borrachera y bebedera y por las ansiedades de la vida, y  venga sobre ustedes de improviso aquel día 35como una red, pues vendrá sobre todos los que residen sobre la faz de toda la tierra. 36Velen, pues, en todo tiempo, pidiendo para que sean fortalecidos para escapar de todas estas cosas que están por suceder y estar de pie delante del hijo del hombre.
¡Gloria a ti, Señor, Jesús!

LECTIO Busca leyendo…
 De frente otra versión apocalíptica de la venida del Hijo del hombre, el evangelio de Lc a diferencia de Mc, acentúa más lo improviso del día que el desconocimiento de la hora precisa. Una diferencia sutil, pero que remarca la responsabilidad de estar vigilantes. También a diferencia de Mc, Lc no propone los signos después de una gran tribulación, sino que los mismos signos causan ansiedad en los pueblos, y añade los signos del mar y de las olas. Aparece una doble postura ante los signos que aparecen: los hombres de las naciones desmayan, mientras se pide a los destinatarios del mensaje que se alcen. Para poder mantenerse en pie, se pedirá estar atentos, mantener ligero el corazón – sin cargas de "desorden" como el alcohol, pero también de las cosas "ordinarias" de la vida – y a través de pedir, de orar.  No obstante lo que se anuncia es la liberación, el creyente debe de responder con esa actitud de mantenerse firme.
Se puede intuir una sutil diferencia entre los destinatarios del mensaje y el resto de los hombres de todos los pueblos, de todos los residentes de toda la tierra, pero si leemos atentamente, también los destinatarios del mensaje, los creyentes, están insertos en la misma angustia de todos sus coetáneos. La diferencia entre unos y otros se obtiene por la propia vigilancia, remarcada con ese reflexivo: pongan atención a ustedes mismos,
 La finalidad es estar de pie ante el Hijo del hombre. La postura de pie, delante de alguien que viene con tan gran poder, es la postura de dignidad delante de aquel que es por mucho superior a él.  Mantenerse en pie, escapar de las ansiedades y tribulaciones, es una lucha continua, pero que se hace de cara a Él.
La versión que escucharemos en la liturgia, no contiene los vv. 29-33 que corresponden al ejemplo de la higuera, en la cual se anuncia la cercanía del verano al contemplar sus brotes.

MEDITATIO … y encontrarás meditando...
Cuidar (preparar) de nosotros mismos.
Las contrariedades que continuamente vemos como signos aterradores en nuestro tiempo nos revelan la necesidad que tenemos de mantenernos en pie, con nuestra fe, en medio de un mundo que desfallece ante los horrores de la corrupción, la violencia, el terrorismo, las políticas no sólo injustas sino inhumanas de mercado, etc. El desfallecer, el perder toda esperanza, hacen que no veamos al Señor delante de nosotros, como juez, pero también como ayuda para nuestro camino.
Es interesante ver que se habla de un corazón ligero, no pesado. Un corazón pesado se asemeja a un corazón de roca, insensible; es un corazón que se le dificulta vivir y sentir, porque se "emborracha" o se "agobia con lo ordinario". El alcohol no es la única cosa que hace pesado el corazón, tantas evasiones de la vida con que tratamos de acallar nuestra ansiedad: compras, drogas, viajes, fiestas. Todo ello podría estar en función nuestra, pero cuando estas cosas se adueñan del corazón, no permiten ver los signos delante de nosotros, mucho menos al Señor que está delante como salvador. El otro, el agobio de las cosas ordinarias, una vida monótona, desencantada, más preocupada de sobrevivir que de dar sentido a la vida; también ésta nos aleja del apreciar los signos y la salvación que parecen tan lejanas. Cuando vivimos así, nos caerá el fin sin darnos cuenta, impreparados, y vacíos. 
No estamos ajenos al drama de los demás seres humanos. Vemos tanta desgracia, mas comúnmente la sentimos lejana, hasta que no la vivimos en carne propia podemos comprender su gravedad. Estar preparados es cuidar de nosotros mismos, estar atentos a los movimientos de nuestros propios corazones, abrirlos a la esperanza y a la lucha por mantenernos en pie – ayudando a otros a hacerlo – para poder huir de la ansiedad y de todas estas cosas. Pero para ello, es necesario alzar la cabeza, ver delante de quién estamos. La salvación, el Hijo del hombre, nos espera delante, para guiar nuestros pasos. Poner atención es revisar y evaluar continuamente nuestro proyecto de Vida, para redirigirlo cada vez al Señor.

ORATIO … llama orando...
Ante un mundo fragmentado y sin esperanzas,
Señor, mantén mi corazón entero y vigilante en el temor de tu nombre;
ante un mundo embriagado en el éxito individual,
mantén mi corazón ligero para amar, para servir, para perdonar;
ante un mundo temeroso de sus propios horrores y autodestrucción,
mantén mi corazón capaz de mantenerse en pie para mostrar la belleza tu Rostro.
Que no desfallezca en mostrar a mis hermanos la gran dignidad del ser humano,
porque Tú, siendo Dios, quisiste ser Hijo del hombre.
 Amén.

CONTEMPLATIO … y se te abrirá por la contemplación!
¿Qué sentimientos y pensamientos rondan mi cabeza ante los signos de nuestro tiempo? ¿Cómo manejo la ansiedad que nos traen: evado, asumo con agobio, les veo con esperanza? ¿Cómo hago concreta y operante mi esperanza?
 ¿Qué cosas hacen pesado mi corazón y no me dejan ponerme en pie delante del Señor que está delante de mí?
 ¿Dedico tiempo a la oración y me preparo para juzgar desde mi fe las situaciones? ¿Qué podrá cambiar el mundo si algo cambia en mí?



sábado, 23 de enero de 2016

4o domingo Ordinario, ciclo C (24 enero 2016)

El texto: Lucas 1, 1-4; 4, 14-21.

11Ya que muchos han asumido el compilar en un recuento acerca de los eventos que nos han acontecido, 2según nos fue transmitido a nosotros por los que fueron desde el principio testigos visuales y siervos de la palabra, 3ha parecido también a mí, habiendo seguido de nuevo todo cuidadosamente, el escribir ordenadamente para ti, ilustre Teófilo, 4para que conozcas con seguridad sobre las palabras que te fueron enseñadas.

414Que Jesús regresó, por el poder del Espíritu Santo, en Galilea, su fama se propagó por toda la región de él. 15Y él enseñaba en sus sinagogas, siendo alabado por todos.

16Y vino a Nazaret, donde fue criado, y entro en la sinagoga según le era acostumbrado en el día de los sábados y se levantó para leer. 17Le fue dado el libro del Profeta Isaías y desenrrollando el libro, encontró el lugar en el cual está escrito: 18"El Espíritu del Señor está sobre mí, ya que él me ha ungido para dar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a anunciar a los cautivos la redención y a los ciegos que volverán a ver, para enviar en libertad a los oprimidos, 19para proclamar el año favorable del Señor".

20Entonces enrollando el libro, y habiéndolo dado al encargado, se sentó. Los ojos de todos en la sinagoga estaban observándolo. 21Entonces él comenzó a decir delante de ellos: "Hoy se ha cumplido esta escritura dada a sus oídos".


CONTEMPLATIO: Busca leyendo... (Lo que dice el texto en si mismo para entenderlo mejor)


En este ciclo C, proclamaremos de modo especial el evangelio según san Lucas, por ello, hemos comenzado con su introducción (1,1-4). Lucas presenta su trabajo a Teófilo ("amigo de Dios") quien podría haber sido un mecenas a quien dedicó su obra, o bien, una figura con la cual podríamos identificarnos cualquiera de nosotros. Siendo éste un texto muy antiguo, nos da testimonio de los muchos esfuerzos de su tiempo de conservar la memoria de Jesús. A nosotros sólo nos llegaron como canónicos 4 testimonios (Mt, Mc, Lc y Jn), acogidos como Palabra de Dios por su cercanía histórica como explica Lucas: con los testigos oculares de los sucesos. [De ahí que los textos llamados "apócrifos", no negando la recta doctrina de muchos de ellos, no se consideren como divinamente inspirados por su desfase histórico].

Nos centramos en la proclamación en la sinagoga de Nazaret (4,14-21). Jesús está lleno de la fuerza del Espíritu, es él quien lo mueve, y él se deja mover por él (Lc 3,22; 4,1). Esto queda afirmado tanto en la parte narrativa, como en la parte de proclamación de un texto del Antiguo Testamento. Jesús tiene un lugar y un día habitual para predicar: el sábado en la sinagoga. La sinagoga no es un templo – no hay sacrificios ni santuario – sino un lugar para leer y estudiar las Escrituras. Éstas surgen como un punto de referencia para los judíos después de la caída de Jerusalén; en tiempos de Jesús no tienen una estructura rígida, por lo que la primitiva predicación cristiana se desenvuelve en ellas. Jesús es presentado como un judío más, devoto y observante; sin embargo hay en él "algo de especial" que hace que todos estén atentos a él.

El pasaje que Jesús lee corresponde a Is 61,1-2, es parte de un mensaje de consuelo después del exilio en Babilonia. Está lleno de esperanza, y denota una restauración: buena noticia a los pobres, libertad/redención a los oprimidos y cautivos, la vista a los ciegos. Inicia con la declaración: el Espíritu del Señor está sobre mí. Jesús está ungido por el Espíritu, es el Mesías. Es una autopresentación fundada en la Escritura, con ello se cumple – como dice a los presentes – la Palabra que apenas se ha proclamado. El mensaje se cierra con el anuncio de un año favorable del Señor, lo que algunos han interpretado como el anuncio del año jubilar, en el cual se restituye la libertad a los hijos de Israel.

Un detalle, Jesús recibe las Escrituras y las devuelve al encargado. La Palabra que él proclama no es invención de él en ese momento, asume todas las promesas de Dios a su pueblo, y las vuelve a entregar. El cumplimiento de la Palabra no la anula, le da dimensiones nuevas, la actualiza: "hoy se ha cumplido".


MEDITATIO: ... y encontrarás meditando. (Reflexión personal y profundización sobre la Palabra, lo que a mí me dice ahora)


Ungidos por el Espíritu cumplamos las promesas de Dios.

La salvación que espera el pueblo de Israel en su opresión es alentada por la esperanza que suscita la Palabra de Dios. También nosotros, esperamos ser salvados, y escuchamos esta palabra como promesa de salvación. La promesa se diferencia de una simple palabra porque se espera sea cumplida. Jesús al hacer resonar en sus labios estas promesas, las actualiza y las cumple – no sólo con su voz – sino con toda su vida, movida por el Espíritu Santo. "La Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados" (Dei Verbum, 12). La actualización de la Palabra conlleva pues una proclamación y un cumplimiento. En estos dos movimientos se requiere la acción del Espíritu sobre nosotros.

El contenido del mensaje gira en torno a la acción de Dios, la liberación, el consuelo, la luz, sólo serán posibles en el tiempo favorable del Señor. Esto diferencia la acción meramente humana de la intervención divina. La acción del hombre creyente, iluminada por la Palabra, no desmaya en su propio esfuerzo, porque su esperanza está puesta más allá de sus propias fuerzas y límites. No se espera con los brazos cruzados, se trabaja en cumplir hoy la profecía.

La promesa al cumplirse no se agota, sino que se continúa. Se prolonga en quien, como Jesús, escucha la Palabra y se deja ungir por el Espíritu. Mas no se trata de un cumplimiento imperfecto, sino progresivo. Por tanto, hemos de continuar hoy el cumplimiento de las promesas de Dios para los pobres y oprimidos; pues si Jesús es el Ungido (=Mesías o Cristo), nosotros somos hemos sido llamados a ser cristianos (=ungidos) por la acción del Espíritu Santo. No se trata de un privilegio, sino de una misión, como Jesús es enviado.

ORATIO: llama orando... (Lo que le digo, desde mi vida, al Dios que me habla en su Evangelio. Le respondo)

Aquí estoy, envíame.

Señor, tu pueblo, mis hermanos, esperamos en tus promesas, desde antiguo nos has anunciado la potencia de tu brazo para rescatarnos, para liberarnos, para consolarnos. Tantas veces he escuchado tus palabras, pero no han calado en mi corazón, y ante el mundo parecerían huecas.

Más tú eres Fiel y Verdadero, derrama pues tu Espíritu sobre mí, para que tus promesas hagan latir de nuevo mi corazón y se conviertan para mí en Palabras Vivas de Salvación. Que tenga el coraje de decirte como Isaías: "aquí estoy, envíame" (Is 6,8), que tu Palabra se actualice en mis labios y se cumpla en mis manos para consolar y curar, en mis pies para caminar hacia la libertad. Que hoy diga como María, "se cumpla en mí lo que has dicho" (Lc 1, 38). Amén.

[Canción: "Aquí estoy yo" de Jesús Adrián Romero https://youtu.be/sSbxzQJXBfs]


CONTEMPLATIO: y se te abrirá por la contemplación (Hago silencio, me lleno de gozo, me dejo iluminar y tomo decisiones para actuar de acuerdo a la Palabra de Dios)


¿Cómo escucho la Palabra de Dios?, ¿la leo como promesa de salvación? ¿Qué nace en mi corazón cuando veo dolor en el mundo?, ¿qué pienso de Dios?, ¿qué pienso de mí mismo? ¿Pido con insistencia el don del Espíritu Santo sobre mí, o me conformo con mi propio criterio o con lo que me dicen? ¿Cómo haré que se cumplan "hoy" - en especial en este año favorable del Jubileo de la Misericordia – las palabras de consuelo y liberación para mis hermanos y hermanas?

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jueves, 10 de diciembre de 2015

Sta. María de Guadalupe / 4o Adviento C

12 / 20 diciembre de 2015

[versión disponible en PDF, disponible hasta 27.12.2015]



1er Lectura: Is 7, 10-14; 8, 10    /    Miq 5, 1-4
2a Lectura:  Gal 4, 4-7    /    Heb 10, 5-10
Salmo: Salmo 66, 2-3.5.7-8    /    79, 2-3.8-9.18-19
Evangelio: Lc 1, 39-48a [+48b-55]

39Levantándose pues María en aquello días fue a la serranía con  premura hacia una ciudad de Judá 40y entró a la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41Y sucedió que como escuchó Isabel el saludo de María, el niño saltó en su seno e Isabel fue llena de Espíritu Santo 42y exclamó a gran voz y dijo: "Bendita eres tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno. 43¿De dónde esta cosa a mí para que la madre de mi Señor venga a mí? 44He aquí que como fue la voz de tu saludo a mis oídos, el niño saltó con gran gozo en mi seno. 45Sea bendita la que ha creído porque será cumplida a ella los dichos de parte del Señor."
46Entonces dijo María: "Engrandece mi alma al Señor, 47y proclama mi espíritu en Dios, mi salvador. 48Porque se ha fijado en la humildad de su sierva. [He aquí, pues, desde ahora todas las generaciones me declararán bienaventurada, 49pues el Poderoso ha hecho grandezas en mí, su nombre es santo 50y su misericordia es de generación en generación con los que lo temen. 51Hizo poder con su brazo, dispersó a los arrogantes en pensamiento y corazón. 52Desbancó a los poderosos de los tronos y elevó a los humildes. 53A los desposeídos ha llenado de bienes y a los ricos los despide vacíos. 54Acogió a Israel su hijo habiéndose recordado misericordia, 55según ha dicho a nuestros padres, a Abraham y su descendencia por los siglos."]                                 
       ¡Gloria a ti, Señor, Jesús!

LECTIO Busca leyendo…
María se levanta y va presuorsa, es la misma actitud que tendrán las mujeres en la mañana de la resurrección (Mc 16, 2; Lc 24, 1; Jn 20, 1). Algo hay de nuevo que comienza, la inserción del Salvador en la historia, ya presente en las entrañas de María. La región montañosa de Judá es la zona de Jerusalén, un lugar cercano a la morada de Dios. El salto del niño en el vientre expresa una sensación de fuerte conmoción, la misericordia divina se expresa con un movimiento en las entrañas (Jr 31, 20; Os 11, 8). Aquí es una vida nueva, una nueva generación que se mueve por la llegada del Salvador en el vientre de María. Isabel queda llena de Espíritu Santo, las palabras que dirá serán pues inspiradas, actuando a la par de los profetas (Jue 6, 34; 11, 29; 13, 25; 1Sm 10, 6;  Is 61, 1; Ez 2, 2): lo dicho por Dios será cumplido.
El cántico de respuesta de María tiene un antecedente famoso, el cántico de Ana, madre de Samuel, que agradece el ser bendecida sobre su esterilidad (1Sm 2, 1-10). Hay quien dice que María expresa doblemente el canto: como buena israelita agradece con las palabras de la Escritura la acción divina en su pariente y alaba a Dios en su nombre, o también anuncia una profecía sobre sí misma en un mismo movimiento espiritual, estando ella previamente llena del mismo Espíritu (Lc 1, 35). Son potentes las repeticiones de algunas palabras: los humildes, las generaciones, la misericordia. La respuesta de alabanza parte de una acción de Dios: mirado fijamente, ha hecho maravillas, su nombre es santo y su misericordia se muestra por generaciones. Se trata de la misma dinámica liberadora del éxodo (Ex 3, 7.15.20). El cambio de las suertes de los humildes y hambrientos nos muestran que no es el esfuerzo humano, sino la potencia divina la que actúa; mientras que con los ricos y arrogantes – de pensamiento y corazón –, nos muestra el destino de los confiados en sí mismos. La misericordia se extiende por generaciones en virtud del recuerdo de Dios a su promesa, Él acoge a Israel como hijo, como siervo, Él abarca a la descendencia de Abraham dentro de todo el arco del tiempo. Sólo un requisito: temer al Señor (Prov 1, 7; 9, 10; Salmo 111, 10).

MEDITATIO … y encontrarás meditando...
Dejémonos mirar por Dios para ver como Dios.
Dios se muestra solícito a socorrer con misericordia a quienes claman a él, y les responde con signos potentes y magníficos, especialmente a través de los humildes, de los pequeños. ¿Acaso Dios desprecia  a los grandes y poderosos? Ciertamente Él es Padre amoroso de todos los hombres, pero muestra el poder de su brazo en la humildad de quienes lo temen porque son éstos quienes están abiertos a su acción, a su Palabra, sólo el humilde es capaz de conmoverse (Is 66, 2). El rico, el arrogante de pensamientos y sentimientos, es incapaz de abrirse a la Misericordia, porque confiado en su autosuficiencia se niega al don gratuito. Creyéndonos merecedores, desmerecemos.
María se muestra humilde en el servicio; Isabel en su esterilidad reconoce la mano potente de Dios – y es signo para María de la Misericordia Divina para la cual nada es imposible (Lc 1, 36-37) – y así ellas se pueden dejar llenar por el Espíritu Santo. Se cumple así lo dicho: los hambrientos, los humildes serán llenados de bienes; los ricos y arrogantes regresan vacíos. 
La reticencia a reconocernos humildes delante de Dios se acentúa al constatar que si nos dejamos ver por Él, nos descubriremos siempre y cada vez más, inmerecedores de toda gracia. Esta mirada fija de Dios sobre nuestra humillación se vuelve nuestra; pero la fe nos lleva a pasar de esta mirada "objetiva" a una "subjetiva", no ver sólo lo que somos, sino lo que Él nos ama Dios. Pasar y releer nuestra vida a la luz de sus promesas. Y descubrimos que que todo es Gracia, que somos benditos, bienaventurados, porque nos acoge como hijos. Mas este don de Dios no se da en solitario, se de generación en generación, su Misericordia nos constituye como una familia. Así el gozo pasa de padres a hijos y de hijos a padres, como pasa la promesa de Abraham a su descendencia, como pasa el gozo del niño a Isabel.

ORATIO … llama orando...
Salmo 135:La oración litánica con un continuo repetir de un estribillo, une y sintetiza tantos motivos de oración. Así hace este salmo, invitándonos a contemplar nuestra historia "de generación en generación" y descubrir la acción salvífica de Dios en ella, "porque eterna es su misericordia". Hagamos oración con este salmo, pero no se agotan los motivos de alabanza en él, añadamos motivos, dejémonos conmover por su presencia en nuestras propias vidas, por ejemplo:
- Él nos envió a su Hijo hecho carne, porque es eterna su Misericordia.
- Él me ha dado consuelo en mis dificultdes, porque es eterna su misericordia.
- Etc., porque es eterna su misericordia.
 Amén.

CONTEMPLATIO … y se te abrirá por la contemplación!
     Contemplar desde la imagen. El logotipo del Jubileo de la Misericordia, hecho por el P.Iván Rupnik, presenta un hermoso juego con la mirada de Dios y la mirada del hombre, compartiendo un solo ojo. Se hace uno solo por la cercanía. Observo, contemplo y me contemplo desde este juego de miradas. ¿Qué siento? ¿Qué descubro? ¿Qué me pide Dios? ¿Cómo respondo a esta petición?
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jueves, 3 de diciembre de 2015

II domingo de adviento, C (no lectio)

A motivo de trabajos finales de la escuela, esta semana no hay lectio. Mil disculpas.

jueves, 26 de noviembre de 2015

I domingo Adviento, C

29 noviembre de 2015

[versión en PDF disponible hasta el 06.12.2015]

1er Lectura: Jr 33, 14-16
2a Lectura:  1 Tes 3, 12-4, 2
Salmo: Salmo 24, 4bc-5ab.8-9.10.14
A ti, Señor, levanto mi alma

Evangelio: Lc 21, 25-28.34-36
25Habrá signos en el sol, en la luna y en las estrellas y sobre la tierra  angustia de los pueblos , en  perplejidad del rugido del mar y de las olas, 26desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de lo que viene sobre el mundo, pues las potencias de los cielos serán sacudidas.      27Y entonces verán al hijo del hombre viniendo en una nube con poder y gran gloria. 28Cuando comiencen a suceder estas cosas, álcense y levanten sus cabezas porque se acerca su liberación. [...]
34 Atiendan a ustedes mismos para que no se haga pesante su corazón en borrachera y bebedera y por las ansiedades de la vida, y  venga sobre ustedes de improviso aquel día 35como una red, pues vendrá sobre todos los que residen sobre la faz de toda la tierra. 36Velen, pues, en todo tiempo, pidiendo para que sean fortalecidos para escapar de todas estas cosas que están por suceder y estar de pie delante del hijo del hombre.
¡Gloria a ti, Señor, Jesús!

LECTIO Busca leyendo…
De frente otra versión apocalíptica de la venida del Hijo del hombre, el evangelio de Lc a diferencia de Mc, acentúa más lo improviso del día que el desconocimiento de la hora precisa. Una diferencia sutil, pero que remarca la responsabilidad de estar vigilantes. También a diferencia de Mc, Lc no propone los signos después de una gran tribulación, sino que los mismos signos causan ansiedad en los pueblos, y añade los signos del mar y de las olas. Aparece una doble postura ante los signos que aparecen: los hombres de las naciones desmayan, mientras se pide a los destinatarios del mensaje que se alcen. Para poder mantenerse en pie, se pedirá estar atentos, mantener ligero el corazón – sin cargas de "desorden" como el alcohol, pero también de las cosas "ordinarias" de la vida – y a través de pedir, de orar.  No obstante lo que se anuncia es la liberación, el creyente debe de responder con esa actitud de mantenerse firme.
Se puede intuir una sutil diferencia entre los destinatarios del mensaje y el resto de los hombres de todos los pueblos, de todos los residentes de toda la tierra, pero si leemos atentamente, también los destinatarios del mensaje, los creyentes, están insertos en la misma angustia de todos sus coetáneos. La diferencia entre unos y otros se obtiene por la propia vigilancia, remarcada con ese reflexivo: pongan atención a ustedes mismos,
La finalidad es estar de pie ante el Hijo del hombre. La postura de pie, delante de alguien que viene con tan gran poder, es la postura de dignidad delante de aquel que es por mucho superior a él.  Mantenerse en pie, escapar de las ansiedades y tribulaciones, es una lucha continua, pero que se hace de cara a Él.
La versión que escucharemos en la liturgia, no contiene los vv. 29-33 que corresponden al ejemplo de la higuera, en la cual se anuncia la cercanía del verano al contemplar sus brotes.

MEDITATIO … y encontrarás meditando...
Cuidar (preparar) de nosotros mismos.
Las contrariedades que continuamente vemos como signos aterradores en nuestro tiempo nos revelan la necesidad que tenemos de mantenernos en pie, con nuestra fe, en medio de un mundo que desfallece ante los horrores de la corrupción, la violencia, el terrorismo, las políticas no sólo injustas sino inhumanas de mercado, etc. El desfallecer, el perder toda esperanza, hacen que no veamos al Señor delante de nosotros, como juez, pero también como ayuda para nuestro camino.
Es interesante ver que se habla de un corazón ligero, no pesado. Un corazón pesado se asemeja a un corazón de roca, insensible; es un corazón que se le dificulta vivir y sentir, porque se "emborracha" o se "agobia con lo ordinario". El alcohol no es la única cosa que hace pesado el corazón, tantas evasiones de la vida con que tratamos de acallar nuestra ansiedad: compras, drogas, viajes, fiestas. Todo ello podría estar en función nuestra, pero cuando estas cosas se adueñan del corazón, no permiten ver los signos delante de nosotros, mucho menos al Señor que está delante como salvador. El otro, el agobio de las cosas ordinarias, una vida monótona, desencantada, más preocupada de sobrevivir que de dar sentido a la vida; también ésta nos aleja del apreciar los signos y la salvación que parecen tan lejanas. Cuando vivimos así, nos caerá el fin sin darnos cuenta, impreparados, y vacíos. 
No estamos ajenos al drama de los demás seres humanos. Vemos tanta desgracia, mas comúnmente la sentimos lejana, hasta que no la vivimos en carne propia podemos comprender su gravedad. Estar preparados es cuidar de nosotros mismos, estar atentos a los movimientos de nuestros propios corazones, abrirlos a la esperanza y a la lucha por mantenernos en pie – ayudando a otros a hacerlo – para poder huir de la ansiedad y de todas estas cosas. Pero para ello, es necesario alzar la cabeza, ver delante de quién estamos. La salvación, el Hijo del hombre, nos espera delante, para guiar nuestros pasos. Poner atención es revisar y evaluar continuamente nuestro proyecto de Vida, para redirigirlo cada vez al Señor.

ORATIO … llama orando...
Ante un mundo fragmentado y sin esperanzas,
Señor, mantén mi corazón entero y vigilante en el temor de tu nombre;
ante un mundo embriagado en el éxito individual,
mantén mi corazón ligero para amar, para servir, para perdonar;
ante un mundo temeroso de sus propios horrores y autodestrucción,
mantén mi corazón capaz de mantenerse en pie para mostrar la belleza tu Rostro.
Que no desfallezca en mostrar a mis hermanos la gran dignidad del ser humano,
porque Tú, siendo Dios, quisiste ser Hijo del hombre.
 Amén.

CONTEMPLATIO … y se te abrirá por la contemplación!
¿Qué sentimientos y pensamientos rondan mi cabeza ante los signos de nuestro tiempo? ¿Cómo manejo la ansiedad que nos traen: evado, asumo con agobio, les veo con esperanza? ¿Cómo hago concreta y operante mi esperanza?
¿Qué cosas hacen pesado mi corazón y no me dejan ponerme en pie delante del Señor que está delante de mí?
¿Dedico tiempo a la oración y me preparo para juzgar desde mi fe las situaciones? ¿Qué podrá cambiar el mundo si algo cambia en mí?


sábado, 21 de noviembre de 2015

Jesucristo, rey del universo, B


22 noviembre 2015

versión en PDF [disponible hasta 29.11.2015)

1er Lectura: Dn 7, 13-14
2a Lectura: Ap 1, 5-8
Salmo: 92, 1ab.1c-2.5 El Señor reina, vestido de majestad.
Evangelio: Jn 18, 33b-37

33Pilato llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres tú el rey de los judíos?" 34Jesús le respondió: "¿Por ti mismo dices esto, u otros te han hablado sobre mí?" 35Respondió Pilato: "¿Acaso soy yo judío?, tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí, ¿qué has hecho?" 36Jesús respondió: "El reino mío no es de este mundo. Si de este mundo fuera el reino mío, mis súbditos habrían luchado para que no fuese entregado a los judíos. Ahora pues, el reino mío no es de aquí." 37Le dijo entonces Pilato: "Así que, ¿tú eres rey?" Jesús respondió: "Tú dices que soy rey. Yo para esto he sido generado y para esto he venido al mundo, para que yo dé testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz." [38Pilato le dijo: "¿Qué es la verdad?"]
¡Gloria a ti, Señor, Jesús!

LECTIO Busca leyendo…
El encuentro entre Jesús y Pilato gira en torno a la pregunta: "¿Eres rey?" Repetida  dos veces y cuya afirmación es evadida por Jesús. En la primer respuesta Jesús hace otra pregunta sobre la fuente de este título en labios del procurador romano. Jesús ha sido llamado rey en varios momentos  (Mt 2, 2; Jn 1, 49; Lc 19, 38), algunos movidos por rumores, otros movidos por la fe. Pilato responde con otra pregunta: "¿Acaso soy yo judío?", se declara excluido del pueblo elegido, su ignorancia sobre las promesas a Israel lo sitúan como antípoda de Natanael, un verdadero israelita (Jn 1, 49). Pilato no se mueve por la fe, sino por las presiones políticas del pueblo y las autoridades religiosas.
Ante la ignorancia de Pilato, Jesús explica que su reino no proviene de este mundo. Jesús al hablar de su relación con este reino usa una aposición (el reino [el] mío), en vez de un simple adjetivo posesivo (mi reino); no afirma su dominio sobre el reino, lo cualifica con su propia persona; entre todos los reinos, este reino se identifica con Jesús. No nos encontramos ante un rey como los de los hombres que son criticados por Jesús (Lc 22, 25), tal vez por ello evade el ser llamado "rey", y prefiere declararse testigo de la verdad. 
El título de "rey" en Israel evoca la crisis religiosa e el paso de los jueces a la monarquía (1 Sm 8, 7); el rey originario sólo es Dios, al punto que en las formas de oración él es llamado "rey del universo". Así, el que Jesús sea llamado rey no sólo connota un elemento político, sino también religioso. De ahí el escándalo ante el título escrito sobre la cruz de Jesús (Jn 19, 19-22) y el doblez de las autoridades religiosas judías que declaran no tener otro rey que el césar (Jn 19, 15).
Jesús menciona que si su reino fuera de este mundo sus súbditos lucharían a muerte por él para que no cayera él en manos de los judíos, no se trata de una impotencia suya en este mundo, sino una diferencia de criterios.
Al presentarse como testigo de la verdad, lo hace evocando a su origen y a su venida a este mundo; esto nos lanza al prólogo del cuarto evangelio (Jn 1, 1-18). En esto vemos un contraste, Jesús que es la luz, aquí es presentado casi a la par de Juan: testigo. Pero al mismo tiempo Jesús usa el mismo signo del Buen Pastor, de quien se conoce la voz (Jn 10, 14-16). En el AT encontramos que Dios es llamado el Pastor de Israel, y que el prototipo de rey – David – era también un pastor. En la lectura litúrgica se omite el v. 38. La última pregunta de Pilato que queda sin respuesta: "¿Qué es la verdad?" El Evangelio nos dice que la Verdad no es una idea, sino que tiene un rostro; y que ésta no se posee, sino que implica una relación: Jesús (Jn 1, 9; 14, 6; 17,17ss; 20, 35).

MEDITATIO … y encontrarás meditando...
Un reino diferente: vivir en la Verdad.
El título de rey, según los criterios del mundo evoca dominio absoluto. La palabra "monarca" que usamos como sinónimo nos expresa "un único principio de orden", de aquí podemos entenderlo como tiranía política, o si lo ponemos en el plano de la existencia como el principio en torno al cual todo tiene inicio, todo está ordenado. Vemos en el diálogo entre Jesús y Pilato una diferencia entre ambas comprensiones. Jesús es "rey" en la segunda acepción de monarca: él es la Verdad. Mientras que los reyes del mundo dominan, él ofrece la libertad (Jn 8, 32), la vida (Jn 1, 4; 14, 6), la santificación (Jn 1, 12;  17, 19). Por tanto el Reino de Cristo no se impone a la fuerza de ejércitos, sino que se testimonia con la Verdad. 
El mundo, nosotros mismos, seguimos preguntando como Pilato: "¿Qué es la Verdad?" En la manera en que seamos como Nicodemo – sin ningún doblez, como ha dicho Papa Francisco: "pecadores sí, corruptos no"*– podremos reconocer a Jesús: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel". Nuestra Iglesia vive una época de mártires, de testigos de la Verdad (Ap 6, 9-11; 7, 9ss.); el triunfo de Cristo (Ap 19, 11-16) está presente en cada uno de ellos; que así venza él en nuestro corazones, que podamos vivir en la libertad de los hijos de Dios. 

ORATIO … llama orando...
"Reine Jesús por siempre, reine su corazón."
Dios, Padre bueno, que en la etapa final de la historia, 
enviaste a tu Hijo como testigo de tu Verdad en medio nuestro, 
para redimirnos del pecado y de la muerte, 
y derramaste el Espíritu, para hacer de nosotros, 
llamados de entre todas las naciones un solo pueblo nuevo, 
haz que tengamos como meta, tu reino, 
como estado, la libertad de tus hijos, 
como ley, el precepto del amor. 
Que seamos capaces de rechazar cuanto desdiga del nombre de cristianos, 
siendo dignos de nuestros hermanos y hermanas mártires de le fe y la caridad. 
¡Que viva Cristo Rey!
 
Amén.

CONTEMPLATIO … y se te abrirá por la contemplación!
     ¿Qué sentimientos suscita en mí ver un "rey frágil" apresado? ¿Me siento de verdad parte del pueblo de Dios, de su Reino? 
     ¿Qué cosas veo en el mundo y en mi manera de vivir que no son concordes con la Verdad?
     ¿A qué cosas he de renunciar para acoger el Reino como experiencia de libertad? ¿Cómo escuchar la voz de Jesús y reconocerle como "principio ordenador" de todos los ámbitos de mi existencia (humana, espiritual, socialmente)?

miércoles, 11 de noviembre de 2015

XXXIII Domingo Ordinario, B

15 noviembre 2015

Versión en PDF (disponible hasta el 19.11.2015)

1er Lectura: Dn 12, 1-3
2a Lectura: Hb 9, 24-28
Salmo: 145, 7.8-9a.9bc-10. Alaba, alma mía al Señor
Evangelio: Mc 12, 38-44

24Mas en aquellos días después de aquella tribulación, el sol será oscurecido y la luna no dará su brillo y 25las estrellas serán precipitadas desde el cielo y las potencias en los cielos serán sacudidas. Entonces 26se verá al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. 27Y entonces enviará a los ángeles a reunir a sus elegidos desde los cuatro puntos desde el extremo de la tierra  hasta el extremo del cielo.
     28Aprendan de la parábola de la higuera, cuando su rama se hace ya tierna y broten las hojas, conocen que el verano está cerca. 29De esta manera, ustedes, cuando vean que estén sucediendo estas cosas, conocerán que está cerca a las puertas. 30En verdad les dijo que no pasará esta generación antes que todo esto suceda. 31El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
     31Nadie conoce acerca de aquel día y hora, ni los ángeles en el cielo ni el hijo, si no el Padre.
¡Gloria a ti, Señor, Jesús!

LECTIO Busca leyendo…
El discurso de Jesús asume un tipo de narración apocalíptica – tantas veces confundido con un estilo críptico o fatalista – que no pretende detallar una sucesión de hechos, sino a través de figuraciones dar una mensaje profundo de la soberanía divina.
Primero se enuncia una tribulación – un momento de crisis profunda para la comunidad – que podría identificarse históricamente con la persecución a manos del imperio, pero queda abierta a las posteriores hasta las hoy actuales persecuciones, La tribulación no es cualquier peligro o situación difícil, sino aquella que produce una gran angustia, que después de ella no se puede ver claro el futuro, porque se piensa que este no existirá. Simplemente, hablar de un después de la tribulación es un signo de algo más grande que esa situación que va más allá de nuestras propias fuerzas. Es una tribulación y un día inciertos, señalados como "aquella, aquellos". 
     Los signos apocalípticos están restringidos al ámbito celeste: el sol y la luna se vuelven tiniebla. Este signo que nos evoca la noche y el fin, también es el mismo signo del origen, antes de la creación; aún en ella, está presente Dios. 
     Las estrellas que caen y las potestades – fuerzas que designan los ejércitos: podrían tratarse de otros astros, ángeles, etc. – que  se sacuden nos muestran que esta tribulación no es sólo una realidad humana, sino cósmica, y la realidad natural y sobrenatural, también son afectadas, no son indiferentes al sufrimiento del hombre. 
     Estos signos no tienen más función que una introducción para el momento central: la venida del Hijo del Hombre. El evangelista retoma una visión de Daniel, que ha sido objeto de variadas interpretaciones, la lectura cristiana ha visto en este una figuración de Cristo. En el NT el título es usado sólo por Jesús para designarse a sí mismo. Entendido como título mesiánico liga a Jesús con la humanidad, un concepto más amplio que "Hijo de David" que hacer referencia a Israel.  Su venida, sobre las nube con gloria y poder lo revelan como el juez mesiánico universal. 
     El ejemplo de la higuera hace ver los signos con la simplicidad de los ciclos anuales, de vida y renovación. Los signos vistos preparan a reconocer la inminencia de lo que vendrá. Sin embargo, la hora y el día exactos no son conocidos, sino sólo por el Padre. Aparece de nuevo el Hijo, él como signo y actor queda también en esta tensión de expectación. Los referentes temporales: ver los signos de inminencia y el desconocimiento del día y la hora, enmarcan una declaración de Jesús, introducida por "en verdad les digo": la promesa que no pasará esta generación sin que sucedan estas cosas, pero que su palabra no pasará.  Frente a esta generación y esta promesa, el cielo y la tierra, sí pasarán. 

MEDITATIO … y encontrarás meditando...
Tantas veces creemos tener el control sobre nuestras vidas, nos sentimos seguros en la medida en que podemos dominar todas situaciones. Cuando los problemas de la vida – naturales o provocados por un mal ejercicio de la libertad humana – rompen esta situación de control, sufrimos. Cuando este control nos orilla a situaciones que nos ponen en el límite de nuestras fuerzas, sentimos que es el final. El futuro se ve oscuro, un callejón sin salida. Así como nosotros experimentamos esta aflicción en lo personal, también lo experimentamos como comunidad, y también lo experimenta la creación entera. Pero eso no es el final, le vemos así por nuestra incapacidad de ver más allá, porque el final sólo está en las manos de Dios. Después de la tribulación, del momento de crisis, se reestructura la vida y la existencia de una manera diversa; la figura del Hijo del Hombre nos recuerda que Cristo Jesús, Dios y Hombre verdadero, es el criterio para esta nueva configuración. Él congrega a sus elegidos, para que en él encuentren punto de unidad, ya no estaremos dispersos por el mundo, no se sufre en solitario, no se salva en solitario. Nuestra fe nos empuja a la esperanza, a reconocer que más allá de nuestra oscuridad está la vida en Dios, El signo que se compara con esta oscuridad – la higuera – es un signo de vida, de fruto, no de destrucción.
     Desde los primeros tiempos, hasta hoy, han existido milenaristas, que aguardan el fin de los tiempos, de una manera caótica. ¿Por qué tarda tanto en llegar ese día? San Pablo pensaba en su inminencia, Pedro dice que la espera es tiempo de misericordia para nuestra conversión. Lo que Jesús nos recuerda es que pasará este mundo, pero nuestra generación y sus palabras no pasarán. No se vive para lo que pasa, lo que pasa ayuda sólo a vivir. Nuestra generación permanecerá porque está marcada por la Palabra de Dios. El destino de la humanidad – en el cual la Palabra se hizo carne – va más allá de la tierra y del cielo: nuestro destino es Dios.

ORATIO … llama orando...
Oremos con el salmo 138: Señor, tú me sondeas y me conoces.
5Me estrechas por detrás y por delante, apoyas sobre mí tu palma. 6Tanto saber me sobrepasa, es sublime y no lo alcanzo.
     7 ¿Adónde me alejaré de tu aliento?, ¿adónde huiré de tu presencia? 8Si subiera al cielo, allí estás tú; si me acostara en el abismo, allí estás; 9si me remontara con las alas de la aurora para instalarme en el confín del mar, 10aun allí me guiaría tu izquierda y tu derecha me aferraría. 11Si dijera: Que me encubra la tiniebla y la luz se haga noche en torno a mí, 12ni la tiniebla es tenebrosa para ti, aun la noche es luminosa como el día: la tiniebla es como la luz del día.
      17¡Qué insondable me resultan tus pensamientos, oh Dios, qué incalculable su suma! 18Si los cuento, son más que granos de arena; y aunque terminara aún me quedarías tú. 
Amén.

CONTEMPLATIO … y se te abrirá por la contemplación!
     ¿Cuáles son mis tribulaciones? ¿Dónde pongo mi confianza, en quién? ¿Verdaderamente me abro a la venida del Señor, o aún gestiono mi vida según "mis tiempos y mis criterios"? ¿Qué lugar tiene la Palabra de Dios en mi vida? Al leer los signos de los tiempos que veo en las noticias, ¿me lleno de temor, o refuerzo mi esperanza? ¿Cómo hacer operante esta esperanza?